Jesús López-Medel es
Abogado del Estado, exdiputado del PP y expresidente de la Comisión de Derechos
Humanos y Democracia de la OSCE. Se apartó del PP al mostrarse crítico con la
Guerra de Irak y por rechazar de plano cualquier teoría conspirativa
relacionada con el 11M. Por razones profesionales tiene una buena relación con
Kiko, que le hizo llegar un ejemplar de Dialogismo. Hace unos días, en un
homenaje a Mandela que tuvo lugar en la Sede de las Instituciones Europeas en
Madrid, Jesús López Médel incluyó en su exposición un extracto del poema de mi
padre “A una pequeña amiga que se
comía las aceitunas a hurtadillas: S.B.”, en concreto la parte final: “los sueños de hoy/……/serán, mañana,/tus sueños,/que te esperan a las
puertas del tiempo.”.
Incluyo en esta
entrada un artículo de Jesús López-Médel, que sintoniza mucho con las
conversaciones que tuve con mi padre en estos últimos años.
Políticos honestos pero silentes, de Jesús
López-Medel en El Mundo
TRIBUNA:
POLÍTICA
El autor
cree que desde la Transición toda la clase política ha sufrido un fuerte
deterioro. Piensa que los que no están salpicados por la corrupción
deberían denunciar la situación.
Fui
colaborador cercano de Mariano Rajoy en su primer ministerio (1996-1999). Era
de Administraciones Públicas. Yo, recién llegado al Congreso, era portavoz del
PP en esa comisión. Mi oponente en el PSOE era un tal José Luis Rodríguez
Zapatero (que llevaba 10 años). Ambos llegarían a ser presidentes del Gobierno.
Yo abandonaría la política. Aunque como abogado del Estado tenía muchas
posibilidades en el ámbito privado, decidí volver al servicio público. Me fui
con el honor de haber sido representante de los ciudadanos y la decepción de
haber conocido el lado oscuro de la política. Mi alejamiento comenzó por mi
desacuerdo público sobre la guerra de Irak y el alejamiento del centrismo por
el PP. Pero también por la observación de actitudes humanas que nada me gustaban.
Eran los míos,
como los contrarios, una secta. No bastaba votar sino que era obligado jalear y
tener un pensamiento casi único, sin matices. Incluso en conversaciones
privadas con compañeros, apenas nadie criticaba a los dirigentes, cuya corrupción
exponía ya alguna prensa. El Gran Hermano existía, el riesgo era letal y la
sumisión, elevada. Ya entonces escribiría artículos en diversos medios, como EL
MUNDO, mostrando públicamente mi distanciamiento.
Conocí
numerosos políticos a todos los niveles. Creo en la honradez de muchos de
ellos. Pero también constaté el deterioro progresivo de cada nivel. Veía que,
voluntariamente o empujados, caían de las candidaturas personas muy
interesantes. Otros continuaban, pero ese espacio era mayoritariamente ocupado,
y cada vez más, por vividores de la política que nunca antes trabajaron ni nada
harían en un futuro fuera de ese mundo y su entorno de amistades y favores. En
etapas anteriores probablemente así fue también, aunque menos. Todos, pues,
progresivamente alejados de los políticos de la Transición que frecuentemente
tenían una acreditada cualificación. En aquellos dedicados entonces sólo a la
política, el compromiso ideológico era muy superior al de ahora, donde los
intereses priman sobre las convicciones.
La enorme
crisis económica, social y ética se produce -no es casualidad- con una
dirigencia mayoritariamente súper profesionalizada, amarrada durante muchos
años (muchos desde jóvenes) a vivir de la política, con colocaciones familiares
y evitando que personas de cualificación ética y profesional se incorporen. El
grupo es muy cerrado y la gestión interna es asumida por quienes creen que lo
importante es el poder y lo que le rodea. Entre ello, el dinero.
La corrupción
surgida en la financiación de los partidos -y también aprovechando ésta- se ha
extendido y consolidado. También la utilización del cargo público para
enriquecerse. La impunidad (ningún político fue nunca a la cárcel) ha
multiplicado comportamientos inmorales y delictivos. Eso no es monopolio de nadie,
ni siquiera del PP, aun siendo abundante el estiércol en lugares como Valencia,
Baleares y Madrid o la transversalidad y gravedad del caso Bárcenas. Éste era
de su total confianza. Ahora aseguran que nunca le conocieron, como sucede con
Camps y Matas, que eran modelos a seguir, según decían, aunque al guardián del
tesoro y los secretos le siguieron pagando grandemente para comprar su
silencio. Pero casi todos los partidos tienen su propia podredumbre, como es el
caso del PSOE, CiU (abundante en éste), en algunos casos institucionalizada en
la organización y, en otros, en el ejercicio abusivo del poder. De ahí la
timidez vergonzante de Rubalcaba.
Ante tanto
sinvergüenza, el pueblo, muy escandalizado y con muchos sacrificios, reclama
urgentemente una regeneración. Más que hartazgo, siente ira. No pueden seguir
los mismos dirigentes, mirando para otro lado o dando un titular o unas medidas
que absolutamente nadie cree. Como un escándalo tapa al surgido dos días antes,
la clave es aguantar.
Pero quiero
referirme particularmente a los abundantes políticos honestos. ¿Pueden seguir
silentes, convertidos en encubridores? ¿No valoran que su silencio propicia esa
generalización ciudadana de censura? Ellos, los honestos, deberían sentirse
indignados con sus jefes. Pero siguen callados.
Estar en la
política siempre implicó cierto desprestigio. Pero ahora es algo más: la
presunción de que todos son corruptos. Toda generalización es injusta, pero los
miles de cargos públicos honestos que hay tienen que alzar la voz a sus propios
dirigentes pues la pestilencia afecta ya a todos. Especialmente a quienes
promovieron y defendieron tipos como Bárcenas.
Cuando estaba
en el PP, de cuya Junta Directiva formaba parte, era inusual que alguien
interviniese. Quien pedía la palabra era mal mirado. Incluso quien pretendía
hacer loas a los sumos sacerdotes. Pero jamás hubo una reflexión mínimamente
crítica y leal sobre cualquier asunto, y menos sobre corrupción.
Aunque son
abundantes los casos actuales superpuestos, los más relevantes son, sin duda,
el caso Bárcenas y la trama Gürtel que afectan de raíz al PP. La reacción
pretende sólo minimizar los daños para el partido, más que depurar y limpiar.
Se ha apelando y conseguido la unidad de la familia, prietas las filas,
sumándose toda la dirigencia. Pero, que no les engañen: sólo pretenden ganar
tiempo y hacer ver que era la actuación irregular y aislada de alguien, como si
hubiese amasado tal fortuna fuera de las cañerías de la organización.
De quien sobre
la corrupción dice que «a veces no tomar decisión alguna es la mejor decisión»,
¿qué se puede esperar cuando el pueblo está más que indignado? Y mientras el
coro aplaudía la frase y nadie pedía la palabra.
Un gran
problema en España es la nula ejemplaridad. Tristemente, el jefe del Estado no
quiere ni puede asumir, al no actuar en consecuencia, el liderazgo contra esa
plaga corrosiva de nuestra democracia. Igualmente, muy poco puede esperarse de
los máximos dirigentes de los dos partidos principales españoles que amparan
las actividades corruptas del entorno o de políticos importantes.
Junto a la
reacción airada del pueblo, quisiera soñar que los numerosos cargos públicos
honestos abandonan su silencio -que supone aquiescencia o encubrimiento- y
empiezan a alzar la voz clamando dignidad y ejemplaridad. Aunque fuese por su
honorabilidad y sus familias. Aunque soy poco optimista. Tampoco tienen coraje
ni otras cosas.
Si los
corderos siguen callados, esta etapa de Mariano Rajoy pasará tristemente a la
historia no sólo como la de gran retroceso democrático y social sino también
como la de la mayor corrupción generalizada y consentida en España.
Jesús López-Medel es abogado del Estado y ex diputado del PP.
Qué sorpresa ver que ese poema que en tantos momentos de mi vida me acompaña y que con tanto cariño me dedicó tu padre, va más allá..
ResponderEliminarUn beso
S.B
Para mí es un poema también especial, inusual por el tono y muy sugerente por el contenido. Me alegro de que sea tuyo también. Besos.
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