martes, 15 de junio de 2021

MEMORIA HISTÓRICA

 Con ocasión de la muerte a los 96 años de Amelia Gimena, que representa de la mejor manera la historia del socialismo en Villarrobledo, no solo por haber sido protagonista, en el sentido de estar presente desde los momentos primeros o principales, sino también por ejemplificar una actitud siempre amable, generosa, preocupada por lo público y dispuesta al reencuentro, que es la única manera en que yo concibo los valores del socialismo o, si se quiere, del republicanismo, le doy vueltas al drama y al sufrimiento que los desencuentros ideológicos producen y a todo lo relacionado con la memoria histórica.

Sufrimientos que en el caso de nuestra guerra civil lo fueron de un bando y del otro. Y bien lo sé si recuerdo a mi abuela Mariana Ruiz, que quedó, en gran medida, al cargo de sus hermanos cuando unos milicianos mataron a su padre recién iniciada la contienda, y que, como Amelia, jamás nos transmitió odio ni rencor hacia nadie -pero nadie, ni de aquí ni de allá-, como bien demuestra el matrimonio de mis padres.

Contaba Amelia cómo su padre escondía a su cuñado Ramón Albert en su casa, y las argucias que debía hacer toda la familia para mantenerlo a salvo. Imagino aquellos años, el silencio en las calles empedradas, la luz cayendo oblicua sobre los visillos de las ventanas bajas, iluminando difusamente el aparador de nogal y las desgastadas tapicerías, y dentro la contenida respiración del secreto que los confabulaba a todos. También, desde luego, hablaba del asesinato a golpes, ya finalizada la guerra, en Abril del 39, de su suegro, Francisco Velasco Olmedo, represaliado de manera cruenta y sumarísima. 

Como Ramón y Francisco, Froilán Herreros también fue alcalde de Villarrobledo, éste durante la guerra civil, y protagoniza una historia con tantos elementos dramáticos que, al paso de los años, pudo haber inspirado una película como La Trinchera Infinita, que recomiendo a quien no la haya visto porque alumbra esa mágico desdoble de la memoria que coincide no ya con nuestros recuerdos sino con los de nuestros padres y abuelos.

Hace unos días escribí un post en el que subrayaba las penalidades del exilio español. Lo hice porque quise entrever un intento de banalización que me pareció injusto. En él conté que uno de los acontecimientos históricos acreditados al final de la guerra fue la huida a la carrera de miles de republicanos notables hacia los puertos de levante buscando la salida en barco del país, en dirección a Orán, como ocurrió con el Stanbrook, o en cualquiera otra dirección que les pusiera a salvo de la represión.

Froilán se dirigió a Alicante, pero como no pudo embarcar volvió a Villarrobledo, y se escondió durante quince años en algún recoveco de casa de sus padres, consiguiendo esquivar los registros de la Guardia Civil y las sospechas de algún vecino torvo, afín al régimen, cuyas acusaciones llevaron a su madre a una parodia de fusilamiento para que declarase el lugar donde su hijo se encontraba.

En 1954 Froilán salió, con ayuda de Melitón Muñoz, en dirección a Madrid, donde pudo vivir en la clandestinidad hasta 1960, año en que fue identificado, detenido y enviado a la cárcel, de donde salió en un año aproximadamente, beneficiado por un indulto.

Recupero la memoria de mi bisabuelo Santiago Ruiz, metido, como mediano propietario de tierras, en veleidades gremiales y tangencialmente políticas -siempre en el marco democrático-, cuyo nombre aparece en el monumento del parque de Joaquín Acacio, porque fue fusilado en Julio de 1936, y la de su hija Mariana, mi abuela, que nunca dijo una palabra sobre este asunto y actuó siempre, como Amelia, con una generosidad inaudita si vemos ahora cómo cualquier agresión, por pequeña que sea, es contestada con una agresión mayor. Yo creo que es porque en realidad se trata de cuestiones menores, acontecimientos de saldo, que no de verdaderos dramas o tragedias, porque los verdaderos dramas y las tragedias propenden más a la rebusca del perdón y la concordia posible que a la venganza. Termino preguntándome si muchos -si no todos o la mayoría de los conmemorados en ese monumento- no son a su modo víctimas del golpista Franco, igual que lo fueron Francisco, Ramón y Froilán, y si no sería razonable buscar en el parque ese espacio también para el perdón y la concordia posible como el que personificaron mujeres como Amelia y Mariana.

DISCURSO DE INVESTIDURA COMO ALCALDE DE VILLARROBLEDO. Francisco Segovia Solana. 15 de Junio de 1991.

Señoras y señores concejales, excelentísimos e ilustrísimos señores, ciudadanas y ciudadanos.

Tengo el honor de dirigirme a Uds., por primera vez, como Alcalde de Villarrobledo.

Mi agradecimiento profundo a todos y cada uno de los ciudadanos de este pueblo, cuyo comportamiento se podría elevar a rango de categoría porque su paciencia, por una parte, y respuesta democrática, por otra, deben servirnos para estimular nuestro trabajo, conciliar nuestras actitudes y, en definitiva, servirles como ellos son acreedores.

No puedo ocultar que asumo los deberes que acabo de prometer con emoción y con esperanza.

Mi reconocimiento a la nueva Corporación que, expresando los deseos del pueblo a quien representan, han expresado el sagrado ejercicio de la democracia. Así consta y se afirma la voluntad popular, que he de respetar y hacer respetar, evitando todo abuso de poder, y exigiendo el cumplimiento exacto de un proyecto que ayude a todos a ser más felices.

Representar a todos los ciudadanos, independientemente de sus ideologías o de sus adscripciones, con dignidad y honestidad, como es debido, no me impide, con todo orgullo, proclamar que defiendo, conscientemente, las ideas de Pablo Iglesias, Besteiro o Tierno Galván, en épocas y situaciones distintas, y con análisis de la realidad, asimismo, distintos.

El pueblo de Villarrobledo ha otorgado su confianza a mi partido y a unos candidatos concretos que han de responder con la sabia palabra del trabajo y del sacrificio. En el trabajo y en el sacrificio nos encontraremos todos y tengo la esperanza, ojalá no ingenuidad, que algunos, si no muchos, puntos programáticos puedan ser considerados en común por todos los concejales de esta nueva Corporación.

Confío en ello porque soy más amigo del acuerdo que de la disputa y del enfrentamiento. Ha pasado la tempestad y cada uno está en su sitio, tan digno, en democracia, el uno como el otro.

Iniciamos, pues, el camino del progreso, basado en el entendimiento y firmemente convencido de que el diálogo es más productivo para la vida de nuestro pueblo que cualquier otro bien material prometido. Y, desde luego, aquél mucho más difícil de conseguir si no está en nuestra voluntad alcanzarlo. Depende, pues, Sras. y Sres. concejales, y lo repito, de nuestra voluntad, que, en definitiva, es, como decía André Malraux, la fuerza de la revolución, ese cambio profundo que ahora está en nuestras manos, pero que late, igualmente, en el corazón de nuestros padres, y es una exigencia para la vida de nuestros hijos.

Cuando en el 1979, Villarrobledo, junto al resto de pueblos de España, se incorpora a la democracia, lo hace sin acritud al pasado, pero consciente, no obstante, de las enormes carencias primarias que tenía. El avance que durante ocho años se logró significa, a mi juicio, un hito importante en la historia de Villarrobledo. El primer Alcalde de la democracia, D. Miguel Escudero Díaz, debe ser recordado, ahora y siempre, en el blasón de nuestro pueblo, con letras de oro, pues abrió un camino inexistente que ha permitido la aplicación de una política menos compleja y de amplitud de horizonte. No quiero escatimar, en estos momentos, palabras sinceras hacia D. Bernardo Cabañero González, cuya voluntad de trabajo le honra, aunque yo no pueda estar de acuerdo en la aplicación concreta de su política.

Considero, no obstante, pese al camino recorrido durante doce años, que Villarrobledo tiene todavía muchas carencias. Algunas históricas basadas en sistemas productivos arcaicos, difíciles de corregir desde un gobierno municipal, y otras actuales, exigidas por la propia modernidad. El PSOE, en su programa, ha intentado poner elementos de corrección para las primeras y dar solución decidida a las otras. Es posible que algunos quieran soluciones inmediatas. Yo estoy de acuerdo con ellos, pero también debo recomendarles paciencia, y estoy de acuerdo porque están expresando una confianza que antes no se habían planteado, quizá porque no esperaban conseguirla.

Es mi propósito, como he indicado en la campaña, estar cerca de los ciudadanos, acudir allí donde los problemas existen; estar atento a la realidad, marcada todavía por grandes desigualdades. La cultura, la instrucción, salud, empleo, deporte, estudios, son bienes que, aunque extendidos en los últimos años, no todos pueden acceder de igual modo. Pero también hay otras desigualdades que acaban con el vigor y las potencialidades de un pueblo: es el trato de favor, la afición a la trampa; en fin, a la facilidad con que algunos saben defender sus privilegios, anulando los derechos de los demás, que como siempre son los más débiles. Un objetivo básico será, pues, luchar contra todas estas desigualdades.

Un compromiso público de eficacia y de tesón en el trabajo diario, dedicado, exclusivamente, a la gestión y dirección de esta tarea que el pueblo nos ha encomendado. Eficacia que nunca podrá ser real si no está basada, asimismo, en la honestidad.

Agradezco al grupo socialista su confianza. Como grupo de gobierno le exigiré el cumplimento del programa, al que estaré atento como responsable ante el pueblo.

Al grupo popular le pido colaboración, pese a las diferencias lógicas entre Uds. y el PSOE; pero por el bien del pueblo llamaré a su voluntad, que supongo dispuesta, para buscar las mayores coincidencias. Es por ello que Uds. participarán, si así lo desean, en todas las tareas de gobierno. En la Comisión de Gobierno, en presidencias importantes de Comisiones Informativas y en todas las representaciones que tenga el Ayuntamiento: colegios, Sapres, Consejos Municipales, etc.

En base a estas premisas, seré el Alcalde de todos los ciudadanos y estaré orgulloso de servir a nuestro pueblo, a sus ciudadanos, a los que me han dado su confianza con el sufragio y a los que no me la otorgaron, pero a la postre, todos formamos nuestro pueblo.