BANDO
CARNAVALES DE
VILLARROBLEDO – 1992
EL ALCALDE-PRESIDENTE
DEL EXCELENTÍSIMO AYUNTAMIENTO
Los que aman
la fiesta, la zambra, la bulla, los jorcos, y otras no menos sonoras cualidades
de la gozosa movida, aun no ocultando su pronta disposición a las chacarrachaca
y titiritainas en ocasión cualquiera del año, ni disimulando, asimismo, el
talante a invitar, por invitarse, a toda alegre jarana que al paso encuentren,
si no la inventan con razonables motivos, saben que es llegado el momento -de
la verdad, dirían los toreros- de sacar provecho al contento que la natural inclinación
humana alcanza a lo largo y ancho del cuerpo y del alma.
Así
es, año tras año, siempre el mejor, el Carnaval de Villarrobledo, nuestro
pueblo, que se va a iniciar el 29 de febrero -año bisiesto y, por tanto, de
grandes propósitos- y hasta el 8 de marzo, que acabe, va a recoger nuestras
mejores virtudes: las de tradicional convivencia y hospitalidad generosa,
mensaje que no ha pasado desapercibido a las generaciones de ahora que repiten
tan justa y conveniente virtud.
Unos,
de bolsillo más resuelto por abultado o los ahorrativos para la ocasión, compran
telas encantadas y baratijas, que, bien dispuestas, improvisan elegantes trajes
que a todos nos sorprenden y admiramos; aunque los más abren el arca de la
abuela y prueban con mil trastos y cachivaches hasta acertar con lo más
cumplido.
Y
del atavío al callejeo, donde el grito y canto jocoso se mezclan con abundantes
licores -especialmente las zurras, preparadas con nuestros vinos- que alegran tanto
que, en algunos, producen el olvido de la moderación, aunque la mayor parte de
las máscaras, bienvestidos y otros muchos lindos y lindas, saben mejor
divertirse con bromas y chacotas, antes que perder el respeto a los demás y a sí
mismos.
El
Ayuntamiento, junto a otras desprendidas personas, ha preparado un generoso
Carnaval, desde luego no derrochón, porque no corren tiempos de ligereza
económica; pero no ha de faltar la charanga y mucho menos la imaginación, de
probada claridad desde tiempos más aciagos que los de ahora y menos dispuestos
a las libres jaranas callejeras.
Son
fiestas que, según el ingenio de cada uno, pueden exprimir el regocijo, bien
con la invención, el fingimiento y otras sutilezas, todo acompañado de cánticos
y bailes, en especial los jóvenes, que han aprendido la tradición del Carnaval
de sus padres, y se mueven como pez en el agua.
Quiere
el Alcalde, y con él los Concejales todos, que esas fiestas de Carnaval sean
las mejores y que no exista más límite que el respeto a las personas y a las
cosas. No se inhiban los tímidos ni se aprovechen los bravucones, que de todo
hay en la viña del Señor, porque no es bueno pasarse, como no llegar.
A
bien seguro, queridos paisanos, que hará frío, pero ni el helado invierno ni
los nefastos augures, que mal nos quieren, como han demostrado, nos van a dejar
en casa, porque es el momento de participar en nuestras fiestas de Carnaval con
alegría y sana convivencia, que es nuestra imagen verdadera.
Villarrobledo, 24 de febrero de
1992
Francisco Segovia Solana