sábado, 19 de noviembre de 2011

DIA DE REFLEXIÓN

Mañana son las elecciones, tengo claro a quién voy a votar. Siempre lo he tenido. La única duda que tengo es si debo poner en evidencia a la interventora que en las municipales se dedicó a husmear mi voto y el de otras personas que buscaron la intimidad de las cabinas de votación y vender la información así obtenida para que otros, con los mismos escrúpulos e igual fantasía, trapichearan  con ella.
El día de las elecciones la gente se viste para la ocasión y desfila durante toda la jornada camino de los colegios, arracimados por familias, que sólo en contadas –y sonadas- ocasiones votan distinto. Por lo general los colegios electorales coinciden con los docentes, y esta es la única vez que los abuelos visitan las aulas, y sus nietos les enseñan los dibujos que cuelgan de las paredes y corren por los pasillos orgullosos por sentirse más propietarios que ellos de ese recinto, donde pasan una buena parte de su infancia. Los padres reconocen de nuevo ese aroma que desprende la combustión de los lápices, las gomas de borrar y las plastilinas, y sienten un pellizco de nostalgia. Y sienten también que están haciendo algo importante y satisfactorio, porque no están en el Juzgado o en la Delegación de Hacienda, o haciendo un engorroso trámite en alguna oficina administrativa, sólo están votando, y hay guardias civiles, y seguramente hay algún concejal, o está el director del colegio, y hay un protocolo de actuación, y documentos de identidad que exhibir.
El día de las elecciones la gente de los partidos la vive con más tensión que el común civil, que regresa a su casa y se desviste, come o merienda y hace básicamente lo mismo de siempre hasta la noche, en que la tele le dice el resultado y se sienten vagamente tristes o alegres con el resultado y desean, en cualquier caso, lo mejor para el mandato que se avecina. La gente de los partidos ríe o llora al conocer el resultado, porque se levantaron hace ya mucho tiempo y con muchas expectativas cumplidas o frustradas y no han ido a su casa en todo el día ni han podido descansar un rato.
Qué pena que casi la mitad de los ciudadanos se abstenga y no participe de esta liturgia -tan joven en España-, ahora que estamos en un momento tan crítico y hay tantas cosas por decidir o hacer. Creo que los partidos deberían revisar qué han hecho para llegar a esta situación y darle la importancia capital que merece. Empezando por los que se hacen representar por quienes comercian con el secreto del voto.

1 comentario:

  1. Sé que me voy a equivocar pero tengo el pálpito de que va a participar más gente de la que nos pensamos. La cosa es conseguir que las personas participen el resto del año. Pero, amigo, ¿cómo hacemos eso?
    ah yo me pongo la corbata de votar

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