domingo, 29 de noviembre de 2015

DON BASILIO

Enlazo un fragmento de “Don Basilio”, un cuento a medias ficción y realidad que escribió mi padre en 2012. Hoy lo he leído por recordarlo –a él, claro, hace ya dos años-. Hay mucho de Juan de Mairena, de Machado, ese maestro sabio, como el protagonista del cuento; y mucho de Juan Marsé en Si te dicen que caí, y esa creación suya, los aventis, historias que los niños de posguerra se contaban para esquivar el hambre.

...“El parque, en esta época, estaba precioso y atractivo. Había días que los amigos y yo nos íbamos al paseo que daba a la Posada, poblado de hojas caídas este otoño perfecto. Por ahí paseábamos como si fuéramos seres extáticos, nobles, en un paisaje lleno de misterio y seducción; envueltos por las sombras de los árboles y el hechizo sonoro de las hojas que susurraban un lento quejido tras nuestras pisadas. ¡Qué felices nos sentíamos en este ambiente tan cercano y natural! No llegábamos a la Posada porque también le teníamos una gran aprensión: en aquélla zona, que correspondía al paseo central del parque, hubo, en tiempos lejanos, un cementerio y un convento franciscano que era parte del patio de la Posada. Por la noche, decían, en el mes de octubre, las almas de los frailes paseaban rezando maitines a horas intempestivas de la madrugada y desalojando, en esa época, a los pocos huéspedes que allí se instalaban provisionalmente, antes de proseguir camino a alguna parte. En fin, que el mes de octubre cerraban por limpieza y espulgo de cuadras y cuartos. La verdad es que nadie podía dar fe de que aquellos acontecimientos coincidieran con la realidad. Yo, aunque receloso, por línea materna, no pasé a creérmelo, por cálculo paterno. Es más, la retahíla de frailes fue objeto de sueños en aquéllos días y conté a mis amigos el juego onírico de sus latines y paseo: los monjes –conté- éramos nosotros mismos vestidos de largos hábitos, sanos y nada muertos ni penados. Nuestros cánticos eran los latinajos que habíamos aprendido en la misa de don Pedro y, al cantar, bailábamos, danzábamos y nos sentíamos tan campantes…
Don Basilio sonreía y movía la cabeza como diciendo que no nos fiáramos de todo lo que se decía: Grande es la ignorancia del pueblo. Y maldad la de aquellos que la fomentan para que creáis en rumores y cuentos, desde que se nace hasta que se muere, y así desviar la atención de lo que realmente merece la pena, la libertad, la dignidad, la igualdad y el conocimiento. Es falso que los frailes salgan a pasear como es falso que dios os premie en otra vida…”

FRANCISCO SEGOVIA SOLANA. 2012.

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