jueves, 31 de julio de 2014

JOYCEANDO

A veces, pero solo a veces y por poco tiempo, siento que ha desaparecido el mundo al que pertenezco. Un mundo en el que mi abuela Concha cose en su máquina Singer y el Lolo remueve el chispe en la estufa. Un mundo en el que mi padre sube de cuatro en cuatro las escaleras de casa al volver del Instituto y la Mariana reniega porque se ha hecho vieja. Ese mundo de tiempo dilatado que está en nuestro pasado y que a veces, solo a veces y por un rato, siento que es mi mundo, y que en algún lugar, al volver una esquina o  al hundir los dedos en una cortina se me aparecerá  de nuevo, y será un feliz reencuentro para mí y para ellos, y me sumergiré en él de nuevo, como nunca debió dejar de haber sido. Y subiré en el coche que conduce mi padre porque es domingo por la tarde y hay que ver el fútbol en el Lorenzo. Y sortearemos a mi abuela y a la tía Lola que a duras penas pasean del brazo mientras se cuentan cosas en su idioma. Y sólo brevemente regresaré al colegio con don Rafael, que nos prometió terminar nuestra primera clase de inglés en sexto sabiendo decir yo soy un chico, I am a boy - allá me voy, para recordar -. Y en el recreo saltaré los muretes redondeados que franqueaban el pasillo lateral y descubierto del colegio, y veré a don Ángel, que me tenía bien enchufado. Y al volver a  casa veré a la Alfonsa y la Encarna o a Ángel charlando en la calle y golpearé los llamadores dorados de mi casa que parecían pendientes gigantes. Ese mundo, del que estoy desterrado, que sigue aconteciendo en algún sitio, de modo natural, siendo posible el azar, la suerte o el infortunio, como en éste, sin la viscosidad de la nostalgia, y que está quizás tras una esquina o una cortina. Pero eso es sólo a veces y por poco tiempo

sábado, 12 de julio de 2014

GENTE CORRIENTE

Sigo a Roberto Saviano. Ese escritor condenado a muerte por escribir sobre la mafia. Le sigo también en las redes sociales. Por él me entero  (¡qué escaso eco ha tenido en la prensa española!) de que la policía ha capturado e intervenido una conversación del propietario de la pizzería madrileña "Bella Napoli” Ciro Rovaino, poderoso hombre de la Camorra.
En esa conversación el capo da cuenta del interés de Luis Bárcenas en montar, junto a él, un restaurante en Eurovegas, y le atribuye las siguientes palabras: “mafia e política sono la stessa cosa”. Mafia y política son la misma cosa.
Hace unas semanas terminé “Cero, cero, cero”, de Roberto Saviano. Una investigación periodística acerca de la cocaína. De cómo rige, a su juicio, los destinos del mundo. El libro convierte la realidad de unos hechos noticiables en un apasionante y veraz relato.
Acostumbro a subrayar los libros que leo, quizás porque tengo la titánica aspiración de no olvidarlos y parece tarea más sencilla recordarlos sólo en parte, aquélla parte que por alguna razón, despierta mi interés. Me doy cuenta, así, de cómo, muchas veces, lo que me interesaba hace veinte años estaría ahora condenado a ser un renglón raso. Pero esta lectura es muy reciente y no se me ha desactualizado todavía.
El respeto lo conquista quien puede daros algo, lo pierde el que es inútil. ¿Acaso no sois respetados por quien quiere algo de vosotros? ¿Por quien os tiene miedo? ¿Y cuando no podéis dar nada? ¿Cuando ya no tenéis nada? ¿Cuando ya no servís? Se os considera basura. Cuando no podéis dar nada, no sois nada.
Saviano nos cuenta el parlamento de un viejo capo italiano (un hombre de honor) reunido en Nueva York delante de un consejo de chicanos, italianos, italoamericanos, albaneses y excombatientes kaibiles, todos gente afiliada con distintos grados a organizaciones criminales.
Si uno de vosotros se convierte en mi hermano y yo lo elijo en la Organización como mi igual, el destino es indudable, intentará joderme. Don´t think a friend will be forever a friend.
De este discurso he subrayado casi todo. Las organizaciones se fosilizan. Terminan siendo sólo reglas, procedimientos. Seguramente ese hombre de honor habría nacido en algún pueblo del sur de Italia, seguramente fue pobre y tuvo que trabajar con las manos. Ahora viste trajes milaneses y se ha injertado pelo. Sólo manda de verdad quien tiene reglas.
Esas reglas transcienden a las personas. Transcienden el pasado. Transcienden la conciencia.  Las personas molestan. El pasado molesta. La conciencia molesta como una mosca torpe. Todo molesta cuando se anhela poder. Se equivocan quienes piensan que se quiere dinero o estatus. Quieren poder. Dominar la voluntad de los otros.
Los periodistas empiezan con ganas de cambiar el mundo y terminan con ganas de llegar a ser directores. Es más fácil condicionarlos que corromperlos. La Onorata Societá sabe que todo hombre es débil, vicioso, vanidoso.
La codicia parasita la ideología. Sólo se aprecia el talento del que adula. La Organización te defiende. Los otros son cada vez más pequeños y más miserables, más dúctiles, más pusilánimes. Hay que acabar con ellos. Quien intente ponerse en contra de la organización no tiene esperanza de vida.
Si quieres ganar hay maneras de hacerlo, si quieres matar hay motivos y métodos, si quieres abrirte paso puedes, pero tienes que ganarte el respeto, la confianza y  hacerte indispensable. Me suena esta música. Un pobre infeliz se arrastra para estar cómodo.
Un pobre infeliz es capaz de todo por estar cómodo. Es un eslabón más de una cadena de una maquinaria que se mueve en un plano distinto al de la gente corriente.Las chorradas dejémoselas a los idiotas.
¿Valdría este mismo relato para una organización política?¿Son así de cínicas y groseras? Que cada uno saque sus conclusiones. Yo les pediría, parafraseando al grupo británico Pulp, que, si a estas alturas son capaces, y aunque resulte idiota, vivieran como gente corriente. Así, quizás, no nos asaltaría la duda.